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21 mayo 2008

Caníbales en la red


Están en edad de reproducirse y hablan sin cesar de los hijos, a los que fotografían, cuidan, llevan al parque y a la playa, les organizan fiestas y les enseñan a decir papá, papi, papito. Es gente que ama el whisky, las tertulias, la ironía con un punto de mala leche, los concursos de paella. Es fácil seguirles la pista porque tienen enlaces entre sus blogs y casi todos se dan cita en la página del Hotel Kafka. Ya han publicado novelas y relatos, y el Manual de literatura para caníbales (Debate, 2006), de Rafael Reig, es el libro de cabecera: «Los novelistas y los poetas, ya sea por hábito histórico, por fatalidad invencible o por decisión propia, son siempre caníbales: se devoran unos a otros». Así de claras tienen las cosas Cristina Cerrada, David Torres, Eloy Tizón, Fernando Marías, Lorenzo Silva, Marta Rivera de la Cruz, Martín Casariego, Montero Glez, Wells y Murguía, el propio Reig...


LIBROS DE AMIGOS.

Como sucede en todo grupo, acuden en tropel a la presentación de los libros de los amigos, pretenden establecer un nuevo canon y se inventan la tradición literaria. A los del Hotel Kafka les gustan César Vallejo, Fernando Pessoa, W. H. Auden, Juan Marsé y Belén Gopegui, y se ríen con ganas de Javier Marías, Juan Cruz y César Antonio Molina. Nada grave. Por si sirve de alivio a egos desmesurados, fue el ceceante Valle-Inclán, el de las divinas palabras, quien llamó a Galdós don Benito el Garbancero.

Hablan, por supuesto, de autores a los que casi nadie ha leído, como Austin Wright, Jorge Barón Biza, Mary Roach y Bill Naughton, y reivindican a otros perdidos en la historia de la literatura y del adulterio hispanodruso, como Francisco de Aldana y Alberto Moravia. Incluso a veces se sienten herederos de ese disparate que se llama La fiera literaria y que publica Manuel García-Viñó, uno que dicen que creó la novela metafísica en los sesenta.

Son divertidos y escriben con desparpajo. David Torres es cinéfilo, frío y brillante, Cristina Cerrada abrió el blog con el propósito de que «mi voz permanezca en silencio», algo que nadie le reprochará, y Marta Rivera de la Cruz revela en su apabullante perfil bloguero que una vez la invitó a pronunciar una conferencia el Departamento de Español de la Universidad de Oxford. Montero Glez afirma tajante: «Ciencia y literatura son cosas que vienen unidas». El sabrá por qué.


OPINIONES CONTUNDENTES.

Más allá de proclamas extravagantes, aspiran a expresarse con claridad, porque se trata - dice el ideólogo Rafael Reig- no sólo de una virtud literaria sino de un imperativo ético. Lo consiguen casi siempre, pero nadie está libre de contradicciones, así que Reig cita a cada paso a Wittgenstein, espejo y ejemplo en la filosofía del siglo XX de la implacable proposición 36 del libro II de la Ética de Spinoza: «Las ideas inadecuadas y confusas se suceden con la misma necesidad que las ideas adecuadas o claras y distintas». Buscan nuevos talentos en la red, y siguiendo los enlaces se va a parar a Mi madre es idiota, bitácora de Beta V. V., una grafómana de 24 años que cuenta su vida con desenvoltura y habilidad y que es hija de una conocida periodista: «Ella tiene dinero, aires de grandeza y un programa en la tele... pero yo tengo mi blog».

Disponen, como casi todos los blogueros, de fieles lectores de los que a veces reciben opiniones contundentes: «Marta, imbécil». Claro que los hay más retorcidos: «Este blog es uno de los mejores y más caros de la red. Me hace recordar el siglo de las luces». Se lo dicen a El topo gigante, que escribe con faltas de ortografía y despliegue de idiomas, pero cuyos textos alucinados y etílicos rebosan aliento poético: «Dicen que los diseñadores de cubitos de hielo no saben beber pero que los chinos conocen a su clientela», comienza uno de ellos. El taller de escritura del Hotel Kafka se encuentra en la antigua editorial de don Benito el Garbancero. Por allí merodean caníbales que, mientras cambian pañales a los niños y beben whisky, han empezado a devorar a novelistas y poetas ausentes de la red. Allá ellos, los de las divinas palabras.


Cristina Cerrada

David Torres

El topo gigante

Marta Rivera de la Cruz

Mi madre es idiota

Montero Glez

Rafael Reig

Wells y Murguía


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