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29 octubre 2008

"Libro de ciencias", una antología que reconcilia a las ciencias y las letras

Gaceta.es 28/10/2008

Melville, Verne, De Quincey, Swift, Allan Poe o Kafka, son algunos d elos autores que han transgredido las fronteras de la literatura.

Kafka trascendió los límites de la literatura con su "Informe para la academia".
Madrid. ¿Ciencias o Letras? Ese dilema al que todo estudiante se enfrenta irremediablemente en su vida salta ahora en mil pedazos con una antología de ficciones científicas, de Edgar Allan Poe a Julio Verne o Leopoldo Lugones, que aúna ciencia, literatura y arte.

Kafka

"El lenguaje científico y literario están tan alejados, hace tanto tiempo que no se tocan, que cuando uno de ellos plantea una pregunta, ya no acepta una respuesta, por muy exacta que sea, si no se da en su propio idiolecto", mantiene Eduardo Vilas, responsable de la recopilación de textos y pinturas del "Libro de Ciencias".

Editado por 451 Editores, "Libro de Ciencias" puede "producir rechazo a los que vienen de Letras, a no ser que tengan la paciencia de abrirlo; incluso de lejos, con la portada de (La noche estrellada, de Vincent Van Gogh), pudiese parecer casi un libro de arte", subraya a Efe Vilas, encantado de jugar con el equívoco.

"Ahí está también -continúa- el encanto del libro", según este periodista apasionado por la divulgación científica y que desde hace tres años dirige "Hotel Kafka" en Madrid, un espacio en el que se presenta hoy la obra y que va "más allá" de las fórmulas taller, escuela o club literario. "Es todo eso y más", asegura.

Con esta antología de ficciones sobre temas científicos, que "no podía ser otra cosa que una antología de excepciones", Vilas (San Sebastián, 1971) pretende dejar patente que la literatura en múltiples ocasiones descubre hechos que las ciencias han confirmado con posterioridad.

Y como ejemplo pone el "De rerum natura" escrito por Lucrecio en el siglo I antes de Cristo, un escrito poético en el que este romano recoge el atomismo griego y en el que puede intuirse la base de la teoría de la selección natural y el origen de las especies que más tarde recuperaría Charles Darwin.

"¿Cree alguien que si 'El origen de las especies' hubiese sido escrito en versos hexamétricos hubiera tenido la misma repercusión?", se pregunta Vilas, en la introducción de "Libro de Ciencias".

Pero aunque las Ciencias y las Letras "parezcan condenadas a hablar idiomas distintos", Vilas insiste en que "ambas descansan en la naturaleza metafórica del lenguaje".

Y es que, según asegura en el "Libro de Ciencias", la física, la química o la biología no están tan alejadas de las humanidades pese a las dificultades de las jergas y a una educación que las separa.

Dividida en tres capítulos (Ciencias formales, naturales y sociales), esta obra recopila textos de Lewis Carroll ("Los dos relojes") para la lógica, Leopoldo Lugones ("El descubrimiento de la circunferencia") para las matemáticas y Emanuel Swedenborg ("Sobre la existencia de tres cielos") para la astronomía.

Para la biología recurre a Herman Melville ("Cabezas de ballenas"), mientras que para la física y la química los elegidos son Julio Verne y H. P. Lovecraft, con "La vuelta al mundo en 80 días" y "El alquimista", respectivamente.

La geología corre a cargo de Thomas De Quincey ("El sistema de los cielos"), la geografía física de Heinrich von Kleist ("El terremoto de Chile"), la antropología de Esteban Echeverría ("El matadero") y la demografía de Jonathan Swift ("Una modesta proposición").

Vilas confía la economía a Edgar Allan Poe ("Un hombre de negocios"), la historia a Marcel Schwob ("Paolo Uccello, pintor"), la psicología a Léon Bloy ("El buen gendarme") y la sociología a Franz Kafka ("Informe para la academia").

Por último, la geografía humana recae en Bruno Schulz ("La república de los sueños") y las ciencias políticas en Leopoldo Alas Clarín ("La yernocracia").

En cuanto a la selección pictórica figuran obras de Francis Bacon, Bernardo Bellotto, Camille Bombois, Edward Thompson Davis, Henry Fuseli, Vincent van Gogh, Alexander Ivanov, Wassily Kandinsky, Ernst Ludwig Kirchner, Isaac Ilych Levitan, Antonello da Messina, Francis Picabia, George John Pinwell y William Turner.

Cuatro meses le ha llevado a Vilas confeccionar esta antología con la que dice haber "disfrutado", ya que para él es "algo parecido a lo que hacíamos cuando éramos jóvenes y grabábamos casetes a las novias, que incluías las mejores, las más bonitas". (Efe)

19 octubre 2008

Eduardo Vilas reivindica la unión de ciencias y letras en su última antología de relatos

Tras la publicación de 'Artículos de Larra', la editorial 451 saca a la luz 'Libro de ciencias'

19/10/2008 - El Mundo

SOFÍA SANCHO CASTÁN
Eduardo Vilas es el encargado de la edición de 'Libro de Ciencias', una antología de relatos muy diferente a las anteriores del autor. Si en 'El amor no es un cuento' Vilas hablaba del sentimiento humano, en el caso de 'Libro de Ciencias' la reunión de estos relatos tiene otro objetivo: la fusión de las ciencias y las letras a través de una selección de textos narrativos.

El autor vasco compagina la publicación de relatos y novela - es el caso de 'Lo malo del talento' (Opera Prima, 1997)- con su cargo como director en la escuela-taller de literatura Hotel Kafka en Madrid, además de su colaboración en medios como crítico o su faceta de editor para Novalibros.



La editorial madrileña 451 saca a la luz esta colección de relatos de Eduardo Vilas tras la publicación de 'Artículos de Larra' a principios de este mismo año en el que escritores como Angela Vallvey, Pedro Ugarte o Espido Freire reinterpretaban en clave contemporánea textos del escritor romántico.

'Libro de Ciencias' intenta aúnar las ciencias y las letras en el único aspecto en el que coinciden: la naturaleza metafórica del lenguaje. Aunque jergas distintas y educación separen física, humanidades, arte o química, ninguna de estas disciplinas se separan tanto de la ficción o la poesía cuando intentan explicar los fenómenos naturales.

Los relatos de Lewis Carroll, Leopoldo Alas Clarín, Edgar Allan Poe o Julio Verne, entre otros, unidos a una disciplina científica —clasificadas en ciencias formales, naturales y sociales— transportan al lector hacia un universo ficticio que intenta explicar la propia naturaleza.

Además, cada relato va asociado a una ilustración que da verosimilitud a lo descrito y que, ya de paso, aproxima el arte a la ciencia a la par que los recursos literarios.

Así, obras pictóricas populares como 'La noche estrellada' de Van Gogh o 'La parada del amor' de Francis Picabia, separadas entre sí por las corrientes vanguardistas, se únen en este libro para destilar un espíritu científico unido a la temática del relato.

Por ejemplo, en 'Círculos en un círculo', de Kandinsky, se retrata la ciencia matemática en unión con el texto 'El descubrimiento de la circunferencia' de Leopoldo Lugones, en el que se cuenta la historia de Clinio Malabar, un esquizofrénico encerrado en una clínica que descubre en la circunferencia su razón de existir puesto que "la circunferencia es la razón misma del ser". Física y metáfora unidas en una solución un tanto idealista a ojos del lector.

Entre la abstracción y la excepción
"De la enorme separación que han padecido los lenguajes y procedimientos de las ciencias y las letras, si queda una sola imagen inamovible, tal vez sea la del espíritu de los hombres que han sabido mantener ese ánimo que les concede una enorme capacidad de abstracción sobre el mundo para nombrar al mundo", afirma el autor en la introducción del libro.

Es a esta capacidad humana de abstracción a la que Vilas apela para justificar la reunión de estos extractos narrativos, cortados en su mayoría "para ofrecer una lectura amena e intensa, en absoluto académica", pero que necesita en ocasiones un toque divulgativo para el lector no científico.

Por otro lado, "una antología de ficciones sobre temas científicos no podría ser otra cosa que una antología de excepciones", explica Vilas en las páginas de 'Libro de Ciencias'. De excepciones que confirman la regla general, aunque las ciencias no admitan excepción alguna.


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'Libro de Ciencias'. Editorial 451. 261 páginas. 22,5 euros.

20 septiembre 2008

Muñoz Molina impartirá clase en el Master en Escritura Creativa 2008/2009

Al igual que hiciera en el pasado curso, el escritor, novelista y académico de la lengua Antonio Muñoz Molina abrirá el curso académico de Hotel Kafka.

El acto contará con la presencia de los alumnos del Master y diversos invitados al evento. En palabras de Eduardo Vilas, estaremos ante «un novelista excepcional y una persona humana y generosa, amante del jazz y dispuesta en todo momento a ayudar al prójimo». Una clase magistral de auténtico lujo «porque al autor de El invierno en Lisboa y El jinete polaco -dijo- se le ve poco, a pesar de ser una persona pública».

Antonio Muñoz Molina

31 agosto 2008

Marta Rivera de la Cruz nueva profesora de Hotel Kafka



Marta Rivera de la Cruz, finalista del premio Planeta 2006 (En tiempo de silencio, 2006) y ganadora del premio Anaya (La primera tarde después de Navidad, 2008) se incorpara al claustro de Hotel Kafka en el Master en Escritura Creativa como profesora de lectura junto a Rafael Reig, Eloy Tizón, Juan Madrid, Jordi Doce...

02 agosto 2008

Adiós a Leopoldo Alas

Ayer recibíamos una pésima noticia, la de la muerte de Leopoldo Alas. Escritor y ante todo amigo. Se va con sólo 46 años una persona entrañable.



Se han hecho eco de la nota de EFE numerosos medios.

Son menos los artículos más personales. En este momento encontramos tres que quizá componen mejor el afecto que despertaba y su trayectoria:

En El País: Vicente Molina Foix

En El Confidencial: Incitatus

En ABC: Laura Campmany

Por su parte, Terra muestra el adiós de sus amigos: Despedida a Leopoldo Alas

05 junio 2008

Diez dólares para Poe

Eduardo Vilas

Estimado señor,

Le escribo sencillamente para informarle de que me encuentro bien, pues hasta el momento no he hecho nada.
Mi amigo Thomas, con quien yo contaba, está enfermo.
Mientras tanto, haré todo lo que pueda.
Todavía no he visto al presidente.
Mis gastos han superado mis previsiones, por más que haya economizado en todos los aspectos, y esta espera me resulta sumamente molesta. De todos modos, todo va bien.
He conseguido suscripciones de todos los departamentos, incluido el del presidente. Tengo la impresión de que estoy causando sensación y de que la revista se beneficiará de ello.
Está previsto que pronuncie una conferencia pasado mañana.
Rob Tayler tiene que entregarme un texto, así como Upshur. Mándeme diez dólares a vuelta de correo.
Me molesta pedirle dinero de este modo, pero a cambio obtendrá usted el doble a título de beneficios.

Suyo,

Edgar A. Poe





Cualquiera que desconozca el contexto de esta carta y que haya pagado diez dólares, diez libras, diez pesetas, diez francos o diez dracmas por cualquiera de los cuentos, los poemas, la novela o los ensayos de Edgar Allan Poe, podría considerarse el destinatario, y la mayoría, en un altísimo porcentaje –no completado al cien por cien únicamente por la necesidad de las excepciones–, confirmarán que los beneficios obtenidos por su lectura han doblado, cuando menos, a cualquiera de los pequeños placeres que alguien pueda conseguir por diez dólares.

Claro que la crítica, al menos hasta el momento, no ha dedicado nunca ninguno de sus estudios serios a cuantificar las horas de placer o de felicidad que se desprenden de la lectura de un libro. El placer y la felicidad que se desprenden de un libro, como la mayoría de las cosas, podría medirse en dos magnitudes: su duración en el tiempo y su intensidad. De las 1.037 horas que se necesitan para leer las obras completas de Marcel Proust, ¿cuántas horas de placer y de auténtica felicidad percibe el lector? ¿El diez por ciento? ¿El veinte por ciento? ¿El ochenta por ciento? ¿Ninguna? Es más, ¿cuán intensa es esa sensación?, entendiendo por intensidad la incapacidad de desconcentración en una escala del cero al diez, siendo cero la distracción por el vuelo de una mosca y siendo diez la ceguera del mundo provocada por la lectura.

No es posible ni sería justo situar a Edgar Allan Poe fuera de ese reducido grupo de autores que tan altas y tan intensas horas de felicidad han donado a sus lectores. La prueba más vehemente se encuentra en Francia, como sabe todo el mundo. Charles Baudelaire tradujo cinco volúmenes de su obra, y Víctor Hugo lo leía con auténtico placer, con las luces apagadas y las velas encendidas cuando deseaba impresionar a alguna de sus amantes. Lautréamont lo recitaba de memoria. Verlaine se lo leía a Rimbaud, y Paul Valéry lo descubrió de la mano de Mallarmé. Hasta Proust lo admiraba.

Muchos sospechan que, sin Poe, Maupassant no habría sido posible; claro que esto sólo significa que son muchos los autores cuyas mejores obras parecen cuentos de Edgar Allan Poe. Sin duda, los «Cuentos crueles» de Villiers de L’Isle-Adam pertenecen al espíritu neurótico de Poe, al igual que su «Tribulat Bonhomet», sin que esto desprestigie en ningún caso al autor, ni anule la calidad de estas obras. ¿Vamos a dejar de disfrutar con «El horla» de Maupassant sólo porque parezca un cuento de Poe?

De las pocas cosas que sabemos de la felicidad, está la certeza compartida de que es algo que se cuenta una y otra vez sin ningún reparo, sin miedo a que lo tomen a uno por bobo, por neurótico, o por reiterativo, pues de la misma manera en la que mostramos las fotos de los días y los momentos en los que disfrutamos de esas benéficas alteraciones, relatamos una y otra vez las cosas que nos han conmovido y sobresaltado. Y aunque esto no ocurre sólo en Francia, hay una única cualidad que comparten todos estos autores franceses, y que no es otra que su afición por los pequeños y los inmensos placeres de este mundo. Especialmente por aquellos que provocan ceguera del mundo que, como es bien sabido, no es más que otra forma de percepción.

Los poetas y narradores victorianos, siempre dispuestos a caer en cualquier tentación, no tardaron mucho en descubrir, ni en aplicarse, el genio de Poe. La obra del poeta de Boston se difunde por Europa con cualidades de ósmosis. Aunque los británicos contaban ya con Mary Shelley y con Charles Dickens entre sus lecturas, basta pensar en El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde o en El retrato de Dorian Grey por no hablar de «Los tres mentirosos» de Arthur Manchen o de la «Historia del difunto señor Elvesham» de H. G. Wells, por poner sólo unos pocos y conocidísimos ejemplos, para ver que la influencia de Edgar Allan Poe estaba ya más extendida entre las nuevas generaciones que la de los grandes narradores del reino. El escocés Sir Arthur Conan Doyle, que no tenía ninguna duda a este respecto, lo veía de este modo:

Si cada autor de una historia en algo deudora de Poe pagase una décima parte de los honorarios que recibe por ella para un monumento al maestro, se podría hacer una pirámide tan alta como la de Keops.

La excepcional influencia de la obra de Poe no pasa desapercibida y atraviesa las fronteras que hasta a Napoleón le fueron cerradas. En Rusia fue admirado por Dostoievski, que incluyó una referencia al poema El cuervo en su novela Los hermanos Karamazov. Incluso se ha llegado a escribir que Raskolnikov no es sino el desa-rrollo genial de Montresor, el protagonista del cuento de Poe «El barril de amontillado». Nikolái Gógol, cuando hablaba de Poe, lo llamaba su hermano americano. Incluso Nabokov, que gustaba de perseguir mariposas, lo admiraba profundamente.

En España dicen que influyó intensamente en Pío Baroja y en Blasco Ibáñez, pero, sin duda, el lector dispone de memoria propia, y casi todos estarán de acuerdo en que la mayoría de los mejores cuentos escritos en castellano durante el último siglo y medio son, en mayor o menor medida, grandes deudores de la obra de Edgar Allan Poe.

Si alguien decidiese demostrar la gran influencia de Poe en nuestros días le bastaría con una página web muy bien publicitada y dos preguntas: se trataría de conseguir que cualquier persona que lea un cuento o unas páginas de nuestro autor apuntase en esta web desde qué país lee y los minutos de lectura que le ha dedicado. De llevarse a cabo este experimento, no tardaríamos en demostrar que a todas horas y en todo el mundo se lee ininterrumpidamente a Edgar Allan Poe. Esa es su influencia y ese su dominio.

Tanto es así que basta con la propia memoria para recordar algunos de los muchos casos en los que la influencia de Edgar Allan Poe ha excedido el campo de las letras. Gustave Doré y Édouard Manet ilustraron sus cuentos y sus poemas. Ravel aceptó su influencia y la cantó a los cuatro vientos. Rachmaninov escribió una coral con el poema «Las campanas» y el tímido Debussy compuso un drama lírico sobre «La caída de la casa Usher». «Just like Tom Thumb’s blues», de Bob Dylan, está basada en «Los crímenes de la calle Morgue» y los Beatles incluyeron a Poe en la portada del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. A quienes son amantes de la justicia no podríamos defraudarles dejando de incluir en esta escueta lista al menos a un par de bandas de heavy o de rock progresivo de las muchas que llevan el nombre de algún cuento o algún poema de nuestro autor. «Just Like Heaven», de The Cure, está inspirada en «Annabel Lee», y en 1981 Iron Maiden grabó una canción titulada «Murders in the Rue Morgue». En el cine hay tantas influencias y alusiones a Edgar Allan Poe que tendríamos que hacer un abanico desde Roger Corman hasta Tim Burton para que cupieran unas pocas. Al menos, todas las de Matt Groening en Los Simpson.

Por muy sencillo que nos resulte asegurar la honda y enorme influencia que la obra de Edgar Allan Poe ha tenido en las artes en general y en la literatura en particular, esto no desvela el misterio de su autoridad. Es más, el misterio se agrava cuando se tiene en cuenta que se trata de un autor que evitó el diálogo en sus textos siempre que le fue posible, que prescindió del tú –de ese tú que, como dice Cortázar, es la primera puerta al mundo, a los otros, y no de ese otro tú romántico, evocador, tan propio de Poe, que nombra la ausencia, el tú vacío–. ¿Cómo es posible tanta audiencia sin elegir más forma de diálogo que la que el monólogo interior permite? ¿Cómo puede una obra que no ha apelado jamás al otro haber conmovido a tanta gente?

Sin duda son muchos los autores y los críticos que han intentado resolver este misterio pero, como todos los que han leído a Poe saben, las personas obsesionadas con los misterios son las menos indicadas para resolverlos.

No son pocos los que al investigar este enigma han comenzado por el estudio de la neurosis. La razón no es otra que el hecho de que tanto los personajes como su autor comparten esta desdicha, que es, por tanto, característica de los unos y del otro. Por lo general, los personajes de las obras de Poe son conscientes del problema, pero nunca de la causa. La causa siempre permanece fuera del discurso. Como la realidad en la neurosis.

En La filosofía de la composición uno de sus textos más conocidos, Edgar Allan Poe expone su convicción de que una obra literaria ha de ser escrita únicamente después de que el autor haya decidido, decisión que ha de tomar en primer lugar, cuál ha de ser su desenlace:
No puedo dejar de pensar –escribe Poe– que, en general, los novelistas podrían recibir una que otra vez su merecido si se inspiraran en los chinos, quienes a pesar de construir sus casas de arriba hacia abajo tienen suficiente sensatez como para empezar sus libros por el final.

En segundo lugar, el autor debe saber a ciencia cierta cuál será la impresión que pretende causar en el lector.

El hecho de que las dos necesidades que Poe dicta para la composición de una obra literaria sean dos de las características más propias de la neurosis constituye una pista en todas las investigaciones. La primera, la necesidad de conocer el desenlace antes de comenzar a hablar, ha sido hace tiempo definida como la tendencia razonante del neurótico. El neurótico conoce el problema y, tanto es así, que lo que le obsesiona se deja ver siempre en sus primeras palabras. Ernst Jünger lo explica de esta manera:

Lo extraordinario en este espíritu [Poe] está en su economía y parquedad. Oímos el tema principal ya antes de que se levante el telón, y desde los primeros compases percibimos con certeza el tono amenazador que dominará la odisea.


La segunda regla establece la anulación del otro, es decir, del tú. De ese tú que es, como ya hemos dicho siguiendo a Cortázar, la primera puerta a los otros. ¿O acaso cree alguien que la impresión que causaron los textos de Poe en Baudelaire y en los componentes de Iron Maiden fue la misma? Es más, ¿puede alguien creerse que el Poe de Bob Dylan y el de Dostoievski son el mismo Poe?

Como si todas estas pruebas no fueran suficientes, en ese mismo ensayo E. A. Poe sostiene que las dos reglas principales por él expuestas para la composición de una obra literaria encuentran en el cuento el arte que mejor se adapta a sus necesidades.

Si una obra literaria es demasiado larga para ser leída de una sola vez, es preciso resignarse a perder el importantísimo efecto que se deriva de la unidad de impresión, ya que si la lectura se hace en dos veces, las actividades mundanas interfieren, destruyendo toda totalidad.

Una de las características principales de la neurosis vuelve a aparecer en esta breve exposición en la que se reivindica un arte que no puede ser interrumpido por las actividades mundanas, en la que, una vez más, el mundo queda fuera del discurso. O dicho de otro modo, ¿conoce alguien la manera de interrumpir el discurso razonante de un neurótico?

Mallarmé, que gustaba de aplicar su receptividad y su vagancia al estudio grafológico, no tardó mucho en darse cuenta de que la obsesión de Poe por establecer un sistema irreductible de creación poética podía verse en su firma. En la firma de Edgar Allan Poe, la primera vocal arrastra su trazo hasta llegar a la última consonante, sin levantar en ningún momento la pluma, de manera que, una vez más, el sistema establecido por Poe encuentra en su obra –en este caso en su firma– un reflejo de sus propias reglas y, como si de un cuento suyo se tratara, no escribe su nombre completo hasta que no ha puesto la última consonante.

Que era un hombre agradecido, diga lo que diga la leyenda, lo demuestra el hecho de que entre su nombre y su apellido incluyó el nombre de su adoptante. Mallarmé lo cuenta así:

Estas dos palabras célebres, unidas por un significativo trazo hecho por la mano del poeta, conservan la inicial parásita de la otra palabra, Allan, como se llamaba, no lo ignoremos, el caballero que adoptó al retoño de una pareja novelesca y famélica de actores de teatro…

De la misma manera que no podemos negar que las leyes de composición dictadas por Poe comparten las cualidades principales de la neurosis, tampoco se nos puede negar que estas mismas reglas establecen un sistema matemático de composición. De lo que se deduce que la neurosis y las ciencias comparten algunas reglas. Mientras la neurosis necesita de la ausencia del otro para desarrollarse, la ciencia propone la anulación del contexto en la búsqueda determinante de realidades reduccionistas, y ambas establecen un sistema de formulación lejos de toda heurística y de todo contexto, tal y como proponía Edgar Allan Poe en La filosofía de la composición.

En 1847, a menos de dos años de su muerte, Poe fue a visitar al editor Mr. Putnam. Sentándose en su escritorio y después de mirarle en silencio durante un minuto, se presentó: «Soy Mr. Poe y no sé realmente cómo empezar». Temblando de excitación, le contó que lo que venía a proponerle era de un interés fundamental. El descubrimiento de la gravitación universal sería una bagatela en comparación con los descubrimientos revelados en su libro. Suscitaría inmediatamente una atención tan universal e intensa, que el editor haría bien en abandonar todos sus restantes intereses y hacer de la obra el negocio de su vida. Bastaría, para empezar, una edición de cincuenta mil ejemplares, aunque apenas sería suficiente. Ningún acontecimiento científico de la historia mundial se acercaba en importancia a las consecuencias que tendría la obra.

Mr. Putnam editó quinientos ejemplares de Eureka. Ni el libro ni las conferencias que basándose en él pronunció Poe resultaron inteligibles para la mentalidad de su tiempo.

Hoy podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que las cifras de ventas de Eureka desde que fuera publicado superan por mucho los millones de ejemplares, aunque hallar una cifra aproximada de la cantidad de ejemplares totales de las obras de Poe que hasta hoy están siendo reeditadas resulte tan difícil como contar las estrellas del cielo.

Por mucho que la ciencia, la neurosis y la filosofía de la creación sean los tres pilares que sostienen cualquier discurso sobre Edgar Allan Poe, el estudio de manera independiente de estos tres soportes no nos desvelará el misterio de la enorme influencia que el poeta de Boston ha ejercido sobre la mayoría de sus lectores, ni el enigma de su ascendiente sobre los artistas más significativos del último siglo y medio. Por eso, sólo si participamos de la única ley que comparten la neurosis, la ciencia y la filosofía de la creación, podremos establecer una nueva sospecha.

Si la neurosis anula al otro, si la ciencia se desprende del contexto y si La filosofía de la composición nos invita a no interferir en las actividades mundanas, tal vez no nos quede otra que aceptar que las altas e intensas horas de felicidad que se desprenden de las obras de E. A. Poe se deben a que, cuando el mundo desaparece, el mundo es igual para todos.


© Eduardo Vilas, 2008. Fuente: Revista Minerva ( www.circulobellasartes.com ). Texto publicado bajo una licencia Creative Commons. Reconocimiento – No comercial – Sin obra derivada 2.5. Se permite copiar, distribuir y comunicar públicamente por cualquier medio, siempre que sea de forma literal, citando autoría y fuente y sin fines comerciales.



EDGAR ALLAN POE

Poesía completa, Madrid, Hiperión, 2007
Escritos sobre poesía y poética, Madrid, Hiperión, 2007
Cuentos, Madrid, Alianza, 2007
Narración de Arthur Gordon Pym, Madrid, Alianza, 2007
La trilogía Dupin, Barcelona, Seix Barral, 2006
Eureka: un ensayo sobre el universo material y espiritual, Madrid, Valdemar, 2002
Método poético y narrativo, Castellón, Ellago, 2001
La filosofía de la composición, El Escorial, Cuadernos de Lange, 2001
Cartas de un poeta (1826-1849), Barcelona, Grijalbo, 1995
Ensayos y críticas, Madrid, Alianza, 1987

21 mayo 2008

Caníbales en la red


Están en edad de reproducirse y hablan sin cesar de los hijos, a los que fotografían, cuidan, llevan al parque y a la playa, les organizan fiestas y les enseñan a decir papá, papi, papito. Es gente que ama el whisky, las tertulias, la ironía con un punto de mala leche, los concursos de paella. Es fácil seguirles la pista porque tienen enlaces entre sus blogs y casi todos se dan cita en la página del Hotel Kafka. Ya han publicado novelas y relatos, y el Manual de literatura para caníbales (Debate, 2006), de Rafael Reig, es el libro de cabecera: «Los novelistas y los poetas, ya sea por hábito histórico, por fatalidad invencible o por decisión propia, son siempre caníbales: se devoran unos a otros». Así de claras tienen las cosas Cristina Cerrada, David Torres, Eloy Tizón, Fernando Marías, Lorenzo Silva, Marta Rivera de la Cruz, Martín Casariego, Montero Glez, Wells y Murguía, el propio Reig...


LIBROS DE AMIGOS.

Como sucede en todo grupo, acuden en tropel a la presentación de los libros de los amigos, pretenden establecer un nuevo canon y se inventan la tradición literaria. A los del Hotel Kafka les gustan César Vallejo, Fernando Pessoa, W. H. Auden, Juan Marsé y Belén Gopegui, y se ríen con ganas de Javier Marías, Juan Cruz y César Antonio Molina. Nada grave. Por si sirve de alivio a egos desmesurados, fue el ceceante Valle-Inclán, el de las divinas palabras, quien llamó a Galdós don Benito el Garbancero.

Hablan, por supuesto, de autores a los que casi nadie ha leído, como Austin Wright, Jorge Barón Biza, Mary Roach y Bill Naughton, y reivindican a otros perdidos en la historia de la literatura y del adulterio hispanodruso, como Francisco de Aldana y Alberto Moravia. Incluso a veces se sienten herederos de ese disparate que se llama La fiera literaria y que publica Manuel García-Viñó, uno que dicen que creó la novela metafísica en los sesenta.

Son divertidos y escriben con desparpajo. David Torres es cinéfilo, frío y brillante, Cristina Cerrada abrió el blog con el propósito de que «mi voz permanezca en silencio», algo que nadie le reprochará, y Marta Rivera de la Cruz revela en su apabullante perfil bloguero que una vez la invitó a pronunciar una conferencia el Departamento de Español de la Universidad de Oxford. Montero Glez afirma tajante: «Ciencia y literatura son cosas que vienen unidas». El sabrá por qué.


OPINIONES CONTUNDENTES.

Más allá de proclamas extravagantes, aspiran a expresarse con claridad, porque se trata - dice el ideólogo Rafael Reig- no sólo de una virtud literaria sino de un imperativo ético. Lo consiguen casi siempre, pero nadie está libre de contradicciones, así que Reig cita a cada paso a Wittgenstein, espejo y ejemplo en la filosofía del siglo XX de la implacable proposición 36 del libro II de la Ética de Spinoza: «Las ideas inadecuadas y confusas se suceden con la misma necesidad que las ideas adecuadas o claras y distintas». Buscan nuevos talentos en la red, y siguiendo los enlaces se va a parar a Mi madre es idiota, bitácora de Beta V. V., una grafómana de 24 años que cuenta su vida con desenvoltura y habilidad y que es hija de una conocida periodista: «Ella tiene dinero, aires de grandeza y un programa en la tele... pero yo tengo mi blog».

Disponen, como casi todos los blogueros, de fieles lectores de los que a veces reciben opiniones contundentes: «Marta, imbécil». Claro que los hay más retorcidos: «Este blog es uno de los mejores y más caros de la red. Me hace recordar el siglo de las luces». Se lo dicen a El topo gigante, que escribe con faltas de ortografía y despliegue de idiomas, pero cuyos textos alucinados y etílicos rebosan aliento poético: «Dicen que los diseñadores de cubitos de hielo no saben beber pero que los chinos conocen a su clientela», comienza uno de ellos. El taller de escritura del Hotel Kafka se encuentra en la antigua editorial de don Benito el Garbancero. Por allí merodean caníbales que, mientras cambian pañales a los niños y beben whisky, han empezado a devorar a novelistas y poetas ausentes de la red. Allá ellos, los de las divinas palabras.


Cristina Cerrada

David Torres

El topo gigante

Marta Rivera de la Cruz

Mi madre es idiota

Montero Glez

Rafael Reig

Wells y Murguía


11 mayo 2008

David Torres, escritor: "Los grandes tragos de la vida hay que pasarlos solo"

Reproducimos a continuación la entrevista realizada en El Imparcial a David Torres, colaborador, bloguero e inquilino de Hotel Kafka.


EL IMPARCIAL - Jueves 8 de mayo de 2008

El pasado martes se presentó la segunda entrega de las andanzas de Roberto Esteban, el ex boxeador y matón compasivo que David Torres creó en “El gran silencio” (2003), con el que quedó finalista del Premio Nadal. En “Niños de tiza” (XXX Premio de novela Tigre Juan), el escritor, periodista y guionista madrileño alterna el ambiente del Madrid preolímpico con la resolución de un lejano caso de asesinato en los últimos años del franquismo.

David Torres

Luis Margol. Madrid

(07-05-2008) ( Envíe esta noticia)
¿Novela negra, histórica, realismo social?
De todo un poco. La novela es negra porque esconde varios crímenes que suceden en tiempos distintos pero que confluyen en el presente. También es histórica, en cierto modo, porque habla de una época desaparecida: la vida en los barrios en los estertores de la dictadura de Franco. Y, aunque no me gusta mucho el término, también es un intento de rescatar la realidad social de aquellos años, un retrato de los niños que nos pasábamos todo el santo día en la calle, los canarios en jaulas, los pollitos de colores, la droga que empezó a agujerear la vida de los jóvenes, los curas rojos que echaban una mano en las barriadas...

¿Es tu primera inmersión en la infancia?
No, pero sí es la más profunda. En "El gran silencio" ya le había prestado parte de mis recuerdos infantiles a Esteban, pero "Niños de tiza" supone un buceo en toda regla en esa época extinguida donde las porterías se dibujaban con tiza y las heridas de la rodilla no curaban nunca.

La novela se inicia con un hecho traumático para el niño Roberto Esteban. ¿Es la infancia ese reducto de bondad esencial corrompido por la sociedad, como afirmaba Rousseau, la medida de toda la vida posterior?
Creo que Rousseau era un tonto al sol, por no decir otra cosa. Los hijos que abandonó en la inclusa podrían hablar mejor de su concepción humanística, tan ingenua y tan errónea. Los niños pueden ser muy crueles, se mofan de las desgracias ajenas, abusan de los débiles y, en más ocasiones de las que nos gustaría, son capaces de convertir un patio de recreo en un pequeño campo de prisioneros, con su carceleros y sus cámaras de tortura. Pero hay algo tremendamente puro incluso en la crueldad infantil, y es su inocencia, su capacidad de asombro, el gusto de hacer las cosas por el simple gusto de hacerlas y no por una recompensa o un propósito espurio.

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?
No, desde luego, pero en cualquier tiempo pasado fuimos más jóvenes y eso presta al pasado una pátina de nobleza que tal vez no tiene. Lo que sí está claro es que el tiempo del que hablo en la novela ya no existe y que las calles de las grandes ciudades, hoy en día, están desiertas de chavales.

¿Por qué revivir al personaje de "El gran silencio"? ¿Fue una decisión consciente o un impulso irrefrenable?
Un poco de ambas cosas. Le cogí cariño a Roberto Esteban y, cuando se me cayó encima una novela que hablaba de mi antiguo barrio, pensé que no había otra máscara mejor tras la que esconderme.

"El gran silencio" concluye con un rotunda declaración de resonancias bíblicas, “No es bueno que un hombre pelee solo”. ¿Encontrará Roberto Esteban algún compañero de lucha?
Sí, en la novela hay mentores, hay aliados y hay enemigos. Al padre, que muere de cirrosis cuando Roberto es un crío, le sucede uno de esos curas de barrio que prestaban la parroquia para las reuniones prohibidas de los sindicatos obreros. Ese cura también es quien inicia a Roberto en los rudimentos del boxeo, una disciplina que lo salvará de la violencia callejera. Hay también amigos, y a uno de ellos, el Chapas, Roberto se lo volverá a encontrar vestido de policía, como si repitieran una vieja partida de policías y ladrones.

¿Una soledad elegida o impuesta por las circunstancias?
La soledad no se elige: todos estamos solos. Solos como perros, aun en medio de las multitudes. Hay gente que lo sabe y gente que prefiere no saberlo, pero Roberto vive con ese conocimiento esencial de que los grandes tragos de la vida (el nacimiento, la enfermedad, la muerte) hay que pasarlos solo.

Leyendas urbanas, marginados, incluso una trama de corrupción en el marco del Madrid olímpico. ¿Es Madrid una ciudad especialmente negra?
Muy, muy negra. Pero precisamente en esa fealdad radica su belleza. Madrid no es una ciudad que pueda presumir de postales. No es una tía buena, como Praga o Cracovia; ni una señorona estirada, como Estambul o Roma, sino una vieja lavandera de barrio con las rodillas escocidas pero que todavía guarda en su mirada el azul de las promesas y los amaneceres.

En "Niños de tiza" incluyes un agradecimiento a Nidal Kubba, “que un día me contó cómo los niños iraníes avanzaban sobre campos de minas con la llave del paraíso colgando del cuello”. ¿No hemos avanzado nada?
Ni avanzado ni aprendido. Ese pasaje sobre la guerra entre Irán e Irak es una de las historias más terribles que he oído nunca sobre esa semilla insobornable de maldad que habita en el corazón humano.

Resulta llamativa la ausencia de personajes escritores en tu última novela. ¿Te aburren las modas?
Mucho. El personaje escritor fue un invento de Henry James santificado (y ridiculizado) por Borges que no ha parado de marear desde entonces. Puede que algún día escriba una novela sobre escritores, un mundillo que conozco bastante bien, pero no creo que les guste el retrato.

Sorprende la popularidad y el ritmo de las traducciones de autores novela negra y el escaso poco interés mostrado en el género por los escritores españoles. ¿Es imposible contar lo real, como afirma Javier Marías, o es que algunos simplemente no pueden?
Creo que hay bastantes ejemplos de escritores de novela negra en la España actual como para hablar ya de un renacimiento del género: Fernando Marías, Rafael Reig, Eugenio Fuentes, Antonio Jiménez Barca. En cuanto a Javier Marías, evidentemente, no, no puede. Es imposible contar algo real si no sales a la calle y me temo que Marías es de los que se pasa la vida mirándose el ombligo. Claro que existen escritores que son capaces de hacer de su ombligo algo muy interesante (Borges, sin ir más lejos), pero el de Marías es francamente insulso. Por otra parte, cualquier cosa que cuentes o imagines es ya la realidad. No hace falta recurrir al "non fiction": basta con abrir cualquier página del Quijote.

Algunas de tus semblanzas publicadas en "El Mundo" han levantado ampollas. Recuerdo tu reciente descripción de Pedro Zerolo como el "sheriff" de Chueca. Sin embargo, tu primera novela, "Nanga Parbat", es una especie de "Brokeback Mountain" hispano ¿Ha llegado la corrección política demasiado lejos?
La corrección política es la lejía con la que algunos cretinos (Zerolo es un buen ejemplo) intentan disfrazar los colores de las cosas. Es el intento de achatar, limar y esconder la realidad a los ojos del público. Porque cualquier libro que merezca ese nombre es siempre una obscenidad, un grito a la cara de los bienpensantes, un picor de ingles y una patada en los huevos. Los grandes libros están ahí para decirnos lo que no queremos oír, lo que preferiríamos olvidar, las verdades del barquero.

Acabas de abrir tu propio blog, "Tropezando con melones", en la página literaria Hotel Kafka. ¿"So far so good" o eres de los que se arrepienten tras recibir un par de comentarios airados de los francotiradores que abundan en la red?
Es curioso que me preguntes eso, porque durante mucho tiempo vacilé en abrir un blog ante la proliferación de imbéciles, cobardes y mendrugos de toda índole que pululan por la red. Internet es una gran herramienta pero, por desgracia, en ella también el anonimato y la estupidez. En mi blog, permito toda clase de comentarios excepto los insultos personales y la mala baba. Hay libertad pero también me reservo el derecho de admisión. Quien no lo acepte, que se largue.

23 abril 2008

Ámbito Cultural: nuevos medios, nuevos horizontes

Ámbito Cultural, promotora de eventos culturales de El Corte Inglés, que se encarga de realizar toda suerte de eventos culturales, tiene una ambición y un alcance inigualables de las que dan fe los más de 3.000 actos que organizan cada año. Una lluvia fina que cubre ya la mayoría de las comunidades autónomas.

Anticipándose al Día del Libro, Ámbito ha levantado el telón de la nueva web en la que trabajan desde hace tiempo con la colaboración de Hotel Kafka, el foro de creadores literarios que, en este caso, se ocupa de los contenidos.

Ramón Pernas, responsable de Ámbito Cultural e impulsor de ambitocultural.es, sueña con una ventana abierta a todo el mundo cultural en español, un espacio que sirva de escaparate para sus propias iniciativas, sea tribuna de expresión para los creadores y se convierta en lugar de encuentro de las publicaciones que hacen cultura en la red.




Tal y como declara en su primer editorial la intención de esta web es romper con los recintos clásicos de las librerías, los cines y los centros educativos: “A través de este privilegiado medio podemos difundir toda suerte de eventos culturales, dar a conocer nuevos libros, promover autores noveles y de valiosa lectura, participar de tertulias literarias, entrevistar a los protagonistas de la actualidad cultural, dar a conocer exposiciones de pintura, y apoyar la difusión de textos de todas las culturas.”

La página, que destaca por su cuidado diseño y por la variedad de contenidos, inicia su andadura con los escritores Rafael Reig, Cristina Cerrada, David Torres y Marta Rivera de la Cruz como columnistas y cuenta con entrevistas exclusivas con Ken Follett, Dag Solstaad, Eduardo Moga, Ada Salas y Jon Bilbao. También incluye información sobre algunos de los importantes premios que promueve: el Primavera de Novela y el Premio de Canto Manuel Ausensi.

20 abril 2008

Entrevista a Ricardo Piglia

ENTREVISTA
RICARDO PIGLIA
por Mateo de Paz


Ricardo Piglia (Adrogué, Buenos Aires, 1940) es actualmente profesor de literatura latinoamericana en Princeton University, donde ocupa la cátedra Walter S. Carpenter. En 1967 apareció su primer libro de relatos, La invasión, y a él le siguieron Nombre falso (1975) y Prisión perpetua (1988), las novelas Respiración artificial (1980), La ciudad ausente (1992) y Plata quemada (1997) y los ensayos Crítica y ficción (1986), Formas breves (1999) y El último lector (2005). Está unánimemente considerado como uno de los grandes escritores argentinos de nuestro tiempo.

Mateo de Paz, profesor de Hotel Kafka, lo entrevistó el 10 de octubre de 2007 a raíz de la clase magistral que el escritor argentino impartió en el Festival VivAmérica, titulada «El escritor como lector».



Mateo de Paz: ¿Qué te hizo ser escritor?

Ricardo Piglia: En su día no me dije que quería ser escritor porque las grandes decisiones uno las toma sin darse cuenta. Se eligen aquellas cosas que no tienen mucha importancia, como, por ejemplo, asistir a Madrid a una reunión como ésta, ir al banco, cambiar de canal en la televisión... Uno no construye su vida tomando la gran decisión. Yo miro hacia atrás y veo las decisiones que han cambiado mi vida y en el momento que las tomé ni me di cuenta de que las estaba tomando. Uno encuentra una mujer y no sabe si esa es la mujer de su vida hasta pasado el tiempo. Al escritor le pasa lo mismo: empieza a escribir y, de pronto, han pasado varios libros. Entonces ya se puede decir que está dentro, que es escritor. Todo funciona con esa idea retrospectiva de hacer girar la vida a partir del nuevo tipo de oficio. Aunque la respuesta que habría que dar aquí es que uno escribe porque antes leyó (risas).

MDP: Eres profesor de literatura latinoamericana en la Princenton University. ¿Es ésta tu única formación?

RP: ¿Me preguntas por mi formación profesional?

MDP: Sí, exacto.

RP: En realidad, cuando llegó el momento de ir a la universidad, decidí estudiar historia porque el modo como se estudiaba literatura en la Universidad Nacional de La Plata me parecía que alejaba a cualquiera que tuviera intenciones de escribir. La intención de la enseñanza de la literatura de entonces (quizá también la de ahora) era alejar a la gente de la literatura. Aquella era una relación completamente burócrata y académica. ¿Cómo se iba uno a acercar a esos grandes escritores, qué se yo, Cervantes, Faulkner, Kafka, Borges o Tolstoi de la forma como se enseñaba literatura? Busqué algo con lo que yo pudiera aprender a escribir. Entonces me pareció que la Historia era el lugar privilegiado para esto. De modo que hice Historia. Sin embargo, debo decir que en relación a la literatura, la formación es siempre muy azarosa. Tengo que decirte que un escritor no necesita leer todos los libros. No necesita leer a Kafka o a Cervantes para escribir buena literatura, para escribir una gran novela. No creo en esa idea de muchos que defienden la lectura de toda la historia de la literatura como medio único para alcanzar el fin de la escritura. Un filósofo, sin embargo, sí debe leer a los autores -a todos-, porque un filósofo que no haya leído a Kant, a Hegel, a Nietzsche o a Heidegger no puede pensar y construir un lenguaje filosófico. Su armazón de pensamiento debe construirse mediante la tradición filosófica anterior, pues debe negarla. La formación del escritor, por lo tanto, no es la misma que la de otros oficios.

MDP: ¿Tiene la lectura algo que ver con esto?

RP: Claro, porque lo importante aquí es el modo en que se lee. Pero el modo en que un escritor lee cuanto se ha escrito no tiene que ver con la cantidad, sino con la cualidad.

MDP: Y toda esa información tuya sobre la historia, ¿no la aplicaste? ¿No te sirvió?

RP: Sí, claro que la apliqué, pero sin darme cuenta. Recuerdo que Enrique M. Barba, un gran historiador, conocía solamente tres años de historia argentina; quiero decir que conocía o había estudiado sólo esos tres años de historia: Como Rosas llegó al poder. Para él no era necesario conocer el origen de toda la historia -la totalidad de ella-, sino que solamente le interesaba ese fragmento de tres años.

MDP: Y ¿cómo se relaciona esto con tu formación?

RP: Porque la historia me enseño a leer. Enrique M. Barba nos llevaba al Archivo Histórico de Buenos Aires, que es el más importante de la provincia. Visitar el Archivo es una experiencia increíble. Te encuentras con lectores extraordinarios y tú mismo te conviertes en un lector extraordinario porque no sabes qué te vas a encontrar. Allí hay una relación con el azar y la forma como se leen ese tipo de signos que están ahí perdidos... Era curioso, pero Enrique, antes de comenzar a buscar, nos decía: «Toda página que no tiene cinco notas al pie es una novela». Ésta es la mejor definición que yo conozco del género. A él le parecía imaginativo un libro que no tuviera fuentes (risas).

MDP: Y poco a poco, entre bibliotecas y archivos fuiste creando tu estilo.

RP: En realidad, en cada libro trato de cambiar el estilo porque lo que define la relación con la escritura no es el estilo sino el tono. El tono es el ritmo de la prosa. Y también una relación del que está narrando con la historia que se narra: ¿apasionada?, ¿irónica?, ¿de venganza? Me interesa mucho si el narrador conoce toda la historia cuando comienza a narrar o no la conoce; si empieza por el final en lugar de empezar por el principio, o por el medio. Esas son las cosas que yo me planteo cuando escribo la historia de una novela. Cuando tengo «ese tono», cuando sé cuál es la voz del que narra -si es tercera o primera persona-, entonces la historia empieza a funcionar. Cuando uno no tiene ese tono, sin embargo, lo que hace no es escribir, sino redactar. Voy a decirte que el tono es lo que los escritores roban de las obras ajenas. Ser un Faulkner, un Thomas Bernhard, un Hemingway... Uno escribe con la prosa de Bernhard y le salen cosas de tipos aislados; uno escribe con la prosa de Faulkner y le salen cosas de tiempos diversos, porque el tono del narrador le lleva directamente hacia la construcción definitiva del texto.

MDP: ¿No fue Georges-Louis Leclerc quien dijo que el estilo es el alma del hombre?

RP: ¿Te refieres a robarle el alma a la novela? En realidad, pienso que todo eso circula de forma gratuita con la lectura de cada obra. En los poetas el estilo quizá sea otro, no sé, algo muy personal que tiene que ver con el genio creador. De lo que sí estoy seguro es de que el estilo debe ser entendido como una decisión ética (en el sentido del uso del lenguaje): qué tipo de escritura voy a utilizar, si va a ser demagógica, barroca, sencilla... Es decir, que para mí el estilo tiene que ver con la ética personal de cada uno, mientras que el tono se relaciona más con la narración.

MDP: Tu primer libro fue La invasión, publicado en 1967, un libro de cuentos. El año pasado lo volviste a reeditar con muchos cambios.

RP: Siempre pensé en reeditarlo. Al mismo tiempo era consciente de que tenía un conjunto de cuentos escritos esos años esparcidos en revistas y que aún no había publicado. Estaba interesado en revisar tanto La invasión como esos cinco cuentos llamémoslos «inéditos». A hacerlo me decidió la intriga por lo que iba a pasar rescribiéndolo todo no sólo como me imaginaba que fue escrito en aquel tiempo, sino también cómo pudo haber sido de haberlo hecho de otra manera. En efecto, se trata de una empresa inútil pero que, sin embargo, me interesa cuando escribo un libro: que haya algo que no sé si podré resolver en la escritura. Además tenía un par de relatos inacabados, el primero y el último -uno que se llama «El joyero» y otro que se llama «Un pez en el hielo»- que debía terminar para que tuvieran cabida. Se trataba de dos relatos extensos a los que había vuelto muchas veces, pero que siempre había dejado sin terminar. Cuando tomé la decisión de incluirlos, pude al fin terminarlos. El riesgo era escribirlos como me parecía a mí que los habría escrito en 1967, cuando publiqué por primera vez La invasión.

MDP: Fue un duro ejercicio de memoria.

RP: Sí, pensar cómo era el escritor de entonces es un ejercicio también para ser más joven. Gracias a la escritura pude ser de nuevo como era yo en los años sesenta (risas).

MDP: Después de éste, llegaría tu gran éxito, la novela Respiración artificial. Tras su aparición, sorprendió mucho el encuentro entre Kafka y Hitler: precisamente éste me parece uno de los momentos más trágicos de la literatura. Pero ¿qué sucedió en tu vida después de la publicación de este libro?

RP: Respiración artificial es un libro al que le estoy muy agradecido. La literatura no sólo construye mundos sino también amigos y relaciones. Yo escribí el libro en condiciones difíciles, cuando Argentina atravesaba un momento crítico. La decisión ética que yo tomé al escribirlo fue dejarme llevar por lo que salía. En la novela hay una larga conversación sobre literatura que habría sido más fácil para mí convertirla en una larga conversación sobre pasiones y mujeres, cosas de las que se hablan en una novela. Pero vi que estaba saliendo con un ritmo y un tipo de narratividad más interesante que todo eso y dejé que la escritura corriera. Si uno mira con atención se da cuenta de que Tardewski, cuando empieza a contar, todavía no sabe que va a contar la relación entre Kafka y Hitler. Aquello se me ocurrió en el medio de la historia, a partir de una nota escrita en mi diario de entonces. Había leído una Historia del nazismo y había tomado unas notas de un año en el que Hitler se había escapado del servicio militar a Praga. Al terminar de leer este pasaje, escribí en mi diario: «Se encontró con Kafka». Yo estaba en el medio de la novela y, no sé cómo, me acordé de aquello. Fue lo que permitió, por azar seguramente, que la novela encontrara su impulso.

MDP: Pareces decir con esto que Hitler, el máximo criminal de aquellos años, en el fondo, fue un cobarde.

RP: Claro, a mí eso fue una de las cosas que más me interesó de la historia: el tipo más militarista y más horrible, cuando le llegó el momento de hacerse militar, huye, sin embargo, a Praga. La otra cosa fue el artista fracasado de Hitler. Desde luego, le rechazaron dos veces en la Escuela de Arte por ser un pintor mediocre, pero él quería ser pintor, estaba convencido de que llevaba un artista dentro. Imaginé al joven Kafka y a este tipo, que estaba ahí, delirando, y me pareció una gran idea para una novela ponerlos juntos y que hablaran entre ellos de sus cosas.

MDP: Tu conferencia de hoy se titulaba «El escritor como lector», pero ¿cómo crees que debería leer un escritor que empieza a escribir y cómo debería escribir el último lector?

RP: Me gusta esta pregunta. Mi libro El último lector parte de una frase de Faulkner que me impresionó mucho: «Escribí El ruido y la furia y aprendí a leer». Escribir cambia el modo de leer. Ahora bien, cómo lee un escritor, cuál es esa lectura, desde dónde parte, es lo que estoy tratando de solucionar ahora. Un escritor lee para ver cómo está hecho el libro. Se pregunta más por el cómo de la construcción, que por el qué de la significación. Su duda es si podrá hacer una mesa parecida, no para hacer una mesa igual, sino para aprender a hacer mesas. Estoy hablando aquí de la lectura técnica. Después hay que leer libremente y no dejarse impresionar por ningún autor. Por otro lado, el tema del último lector remite a llegar tarde, a la virtud de la lentitud, a no estar al día. Uno tiene que leer los libros cuando le dé la gana, cuando ya no se escuchan, cuando, digamos, no están por decidir. Tener que saber lo que está pasando continuamente y a todas horas no me parece que sea el camino.

MDP: Entonces, ¿tú crees que a un escritor y a un lector les puede dar tiempo a leer todo si dejaran de lado sus contemporáneos?

RP: No, no, por supuesto que hay que leer a los contemporáneos. No hay que leerlos con la intención de estar al día, sino cuando a uno le parece que es el momento de leerlos. Me opongo a la idea de seguir obligatoriamente la circulación de los libros. Muchos escritores jóvenes tienen la convicción de que la literatura está en las novedades, y deberían tener otro tipo de convicción.

MDP: Y ¿qué convicción es ésa?

RP: Bueno, el estilo es una convicción, por ejemplo. Como la convicción es muy importante en la escritura, el escritor joven, el que empieza, tiene que estar seguro de tenerla. Que su palabra, que su estilo, sea convincente es muy importante. Se trata de una actitud hacia la literatura. Ahora bien, no se trata de hacer literatura en el sentido marxista de ciertas lenguas que se consideran literarias. El que empieza a escribir debe escribir lo que le parezca a él en el sentido más personal, una voz que sea lo más natural posible. Pero los consejos son siempre consejos y no sirven para nada (risas).

18 abril 2008

En busca de la fórmula mágica para ser escritor

Hablar de talleres literarios va siempre ligado a escepticismo. ¿Se puede enseñar a escribir? Alumnos y profesores aseguran que sí

Carmen Álvarez (ADN.ES) Madrid

El estadounidense Raymond Carver confesaba que, cada vez que tomaba papel y boli, sentía sobre su hombro la mirada de John Gardner aprobando o censurando cada línea suya. Fue este novelista y experto en teoría literaria quien le adentró en el terreno de la escritura. Después de años trabajando como obrero o vendedor, decidió apuntarse a un taller que impartía Gardner. Le cambió la vida.

Por supuesto, sería muy pretencioso pensar que el acude a un taller de escritura puede acabar contando historias como el autor de Catedral o De qué hablamos cuando hablamos de amor. Sin embargo, siempre queda la duda. De la misma manera que quien quiera componer una ópera ha de dominar solfeo y armonía, "a nadie se le debería ocurrir escribir una novela sin saber su técnica", puntualiza Ronaldo Menéndez, profesor en Hotel Kafka, uno de los centros de aprendizaje de escritura en Madrid.

No son algo nuevo. En Turín, el novelista Alessandro Baricco creó hace ya catorce años la popular escuela Holden, a la que cada año acuden centenares de alumnos de todo el mundo y que se ha convertido en todo un referente en la materia. En España, cada día existen más. Autores como Eloy Tizón, Espido Freire, Elvira Lindo, Ángel Zapata o Martín Casariego son algunos de los que se atreven a enseñar los trucos y entretelas de la creación literaria.

Jubilados y principiantes

Pero, ¿quién puede acudir a un taller de escritura? Las escuelas aseguran que están abiertas a todos los interesados. Desde jubilados a autores que ya han comenzado a narrar y no tienen claro cómo encauzar sus palabras.

"Llevaba mucho tiempo escribiendo, pero no sabía si lo estaba haciendo bien o mal", cuenta Pablo Mahaux, alumno de Hotel Kafka. Después de hacer un master y varios cursos, se siente más que satisfecho. En seis meses, ha completado una novela y, una vez que se la hayan revisado, intentará hacerse un hueco en alguna editorial. Como él mismo reconoce, si todo esto lo hubiese tenido que hacer solo, probablemente habría tenido que invertir mucho más tiempo.

Alejados de idealizaciones bohemias, de musas escurridizas y de figuras más poéticas que reales, los estudiantes de estos talleres "deben ponerse el mono y llenarse de grasa". Así lo defiende Gloria Fernández Rozas, coordinadora general de los talleres Fuentetaja, que desde hace 25 años ayuda a aficionados y escritores primerizos a encontrar su "propia voz" también en la capital madrileña.

"Le damos mucha importancia a la lectura y el análisis de textos. Luego cada uno descubre sus temas y va formando su estilo", desmenuza Fernández. Cierto es que la literatura no es una ciencia exacta, pero, como en todas las profesiones, hay trucos. Primero, saber leer, y segundo, dominar la técnica. Una vez que se domina la teoría es la hora de jugar con ella y de cada uno depende acabar siendo correcto o sencillamente genial. Al fin y al cabo, nadie dijo que el talento fuese un asunto menor.

De 200 a casi 3.000 euros

Hay tantos cursos como intereses. En Hotel Kafka, por ejemplo, tienen un curso de novela policíaca, además del mencionado master de novela y los habituales talleres de relato, escritura creativa o guión cinematográfico. Temáticas similares tienen en Fuentetaja o Escuela de Escritores, que también permiten hacer los cursos por internet. Los precios van desde los 200 euros de los talleres más cortos (12 horas) a los casi 3.000 del Máster de Novela.

Para acabar de cerrar el círculo, algunas de estas escuelas ofrecen a los alumnos la posibilidad de publicar en antologías o ponen a su disposición tutores para que les supervisen sus manuscritos. El último empujón antes de enfrentarse al sector editorial. Pero esa es ya otra historia.

17 abril 2008

Surrealisté v Rusku, výlet do Madridu, Romové v Praze

El Portal české literatury refiere los encuentros con la literatura checa que se promueven estos días en Madrid conjuntamente con Hotel Kafka.

Hoy Jueves 17 a las 20.00 horas se encontrarán varios escritores de éste país con los checos residentes en Madrid y el público literario madrileño.



Fenomén český (a slovenský) surrealismus je název pořadu, který začíná v pondělí 14. dubna 2008 v sále Českého centra v Moskvě a potrvá do čtvrtka 17. 4. Akce je věnována českému surrealismu v literatuře, výtvarném umění i filmu, a to od Vítězslava Nezvala (resp. monografie, kterou o něm napsala N. Glazková) k současným tvůrcům Františku Dryjemu, Brunovi Solaříkovi, Janu Švankmajerovi, jejich revui Analogon – a též Ruskou Akademií věd právě vydané knize Encyklopedický slovník surrealismu.

Čeští spisovatelé Michal Ajvaz, Jan Balabán, Petr Borkovec, Petr Halmay, Magdaléna Platzová, Kateřina Rudčenková a Jaroslav Rudiš podniknou kolektivní výlet do Španěl: ve dnech 15. a 17. dubna se představí v Madridu, a to v rámci dvojice literárních podvečerů, kterými je budou doprovázet španělští kolegové Clara Janés, Jordi Doce a Rafael Reig. Hlavním organizátorem akce je České centrum Madrid; spoluorganizátorem Hotel Kafka a Kruh přátel umění.

V programu Českého centra Praha je na středu 16. dubna zařazen druhý díl seriálu Literatura z periferie – tentokrát na téma současná romská literatura v ČR. Večerem provázejí romistky Karolína Ryvolová a Helena Sadílková, ukázky ze svých prací přečtou Gejza Horváth a Erika Oláhová a pořad završí cimbálová muzika Dušana Kotlára.

13 abril 2008

Los autores actuales reinterpretan a Shakespeare y Larra

05/04/2008 EUROPA PRESS

Los autores Hipólito G. Navarro, Fernando Iwasaki y Antonio Alamo, entre otros, reinterpretan en clave contemporánea las obras de William Shakespeare y Mariano José de Larra dentro de la colección 451.Re: de la editorial 451 Editores.



Así, Angela Vallvey, Pedro Ugarte, Pablo d´Ors, Eduardo Vilas, Joaquín Pérez Azaústre, Espido Freire y el citado Iwasaki revisan en un libro colectivo los célebres Artículos de Larra; mientras que Isaac Rosa, Berta Tabor, Luisa Castro, Andrés Barba, Irene Zoe Alameda, Enrique Prochazka y Alamo se encargan de reescribir las universales tragedias de Shakespeare. Hipólito G. Navarro versiona la comedia shakesperiana Mucho ruido y pocas nueces , a la que, en un principio, según confesó el autor, "no sabía cómo enfrentarse por el chaparrón de personajes involucrados en el enredo descomunal que es esta obra". Antonio Alamo revisita Hamlet en una versión denominada Todo el mundo tiene amigos raros (O Hamlet) , la cual ha constituido todo un "reto" para el escritor, pues este mítico personaje se encuentra "en el centro de nuestra cultura".

22 marzo 2008

Podcast: Entrevista a Jordi Doce, poeta asturiano residente en Madrid

Francisco Cenamor entrevista a nuestro coordinador del área de Poesía, Jordi Doce en el Blog "Escritores":

Miércoles, 13 de Febrero de 2008 por franciscocenamor blogescritores.com

Jordi Doce (Gijón, 1967) es doctor por la Universidad de Sheffield (Inglaterra) y coordinador del área de edición del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Además de ediciones bilingües de la poesía de Paul Auster, William Blake, T.S. Eliot, Geoffrey Hill, Ted Hughes, Charles Simic y Charles Tomlinson, es autor, entre otros, de los poemarios Lección de permanencia ( Editorial Pre-Textos, Valencia, 2000), Otras lunas (Premio ‘Ciudad de Burgos’. DVD Ediciones, Barcelona, 2002) y Gran angular (DVD Ediciones, Barcelona, 2005). En prosa ha publicado el libro de notas y aforismos Hormigas blancas ( Bartleby Editores, Madrid, 2005), el ensayo Imán y desafío (IV Premio de ensayo ‘Casa de América’, Ediciones Península, Barcelona, 2005) y el libro de artículos Curvas de nivel ( Artemisa Ediciones, La Laguna, 2005).

Para empezar, ¿por qué escribes poesía?


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¿Cuáles son tus lecturas y cuáles crees que te han influido a la hora de escribir?


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Háblanos ahora de tu trayectoria poética , tu acercamiento a las editoriales…


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En una entrevista que te hicieron hace algún tiempo decías que para ti la poesía es como bailar. Una bella metáfora.


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Tu último libro lleva por título Gran angular, ¿la poesía pertenece a la imagen o a la literatura?

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¿Estás trabajando en algún nuevo libro de poemas?


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Actualmente se escribe y se publica más poesía que nunca, incluso se vende, ¿a qué crees que es debido?


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¿Cuál es tu cometido en el Círculo de Bellas Artes de Madrid?


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También estás dando clase en el Hotel Kafka, ¿cuéntanos esta experiencia como profesor?


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Para finalizar, si tuvieses que recomendar un libro tuyo a nuestros lectores y lectoras para que se adentren en tu poesía, ¿cuál elegirías y por qué?

29 febrero 2008

Agustín Sánchez Vidal obtiene el Premio Primavera

El escritor Agustín Sánchez Vidal (Cilleros de la Bastida, 1948) ha resultado ganador del XII Premio Primavera de Novela, que convocan Espasa y Ámbito Cultural, con el fin de apoyar la creación literaria y contribuir a la máxima difusión de la novela como forma de expresión artística de nuestra época en el mundo hispanoamericano.



La obra premiada, Nudo de sangre, está ambientada, sobre todo, en un Perú en el que bajo el mundo colonial, subyace un sustrato mágico en el que la cultura incaica ha subsistido oculta a los ojos de los europeos, en un ámbito exótico, naturaleza salvaje y formidable de la cordillera de los Andes.
Al premio, dotado con 200.000 euros (el tercero en cuantía, tras el Planeta y el Torrevieja), concurrieron 254 originales procedentes de 22 países. El periodista y escritor Luis del Val (Zaragoza, 1944) quedó finalista con Crucero de otoño, novela cuya acción transcurre por aguas del Mediterráneo. Del Val se embolsará 30.000 euros.
El jurado del Premio Primavera estuvo integrado por Ana María Matute, Antonio Soler, Ángel Basanta, Ramón Pernas (director de Ámbito Cultural de El Corte Inglés) y Ana Rosa Semprún, con Myriam Galaz como secretaria.
Los 254 originales que este año se han presentado al Premio Primavera proceden de varios continentes con una importante presencia de América. También resalta la calidad de las obras presentadas. Se han recibido originales de: España, Argentina, Brasil, México, EE. UU, Chile, Colombia, Perú, Paraguay, Uruguay, Canadá, Francia, Puerto Rico, Bolivia, Venezuela, Guatemala, Brasil, Alemania, Italia, Suecia, Gran Bretaña y Nicaragua. En cuanto a las cifras nacionales, la Comunidad de Madrid con 34 originales ocupa el primer lugar y Andalucía con 17 el segundo. A continuación figuran Cataluña, con 16, y la Comunidad Valenciana con 14. El 1 de abril de 2008 ambas novelas estarán a la venta en El Corte Inglés.

11 febrero 2008

Una pequeña gran ayuda para publicar


10.2.2007

Como bien reconoce Eduardo Vilas, director y jefe de estudios de Hotel Kafka, "antiguamente exis tían los cafés a los que acudir para enterarse de lo que acontecía en el mundo literario, pero hoy los cursos han cambiado". En la actualidad el online prima, ya que cuenta con recursos ilimitados asesorados por escritores de prestigio. Por otro lado, la modalidad presencial centra su trabajo en grupos, donde tienen lugar análisis y comentarios de todo tipo de textos, mesas de debate e intercambios de experiencias entre los escritores ya conocidos y los que aspiran a poder serlo.

F Hotel Kafka es un espacio único para crear el placer y el asombro de la literatura. Con este nombre se ha constituido un grupo de artistas y escritores, desde octubre de 2006, con un proyecto de educación para el arte desde la modernidad y un sitio inclasificable donde todo es pasajero y donde es posible encontrar objetos para crear —libros, obra gráfica— y donde relacionarse con la creación artística a través de cursos y de talleres.

http://hotelkafka.com/

05 febrero 2008

Hotel Kafka: algo más que una escuela de escritura

En un país donde, según los estudios, cada vez hay menos gente interesada en la literatura, un insólito proyecto cultural ha ido ganándose poco a poco un espacio entre las más innovadoras propuestas de la capital con el objetivo declarado de contradecir a todos los expertos.

Por: Rubén Sáez

Pulsar en la imagen para ver el artículo completo, publicado en la revista "Momentos". Incluye entrevista con Elvira Lindo, profesora del Master en Escritura Creativa de Hotel Kafka.

30 enero 2008

Recetas mágicas para escritores anónimos

Los talleres literarios son una fuente de recursos y punto de encuentro de autores y lectores. Rafael Reig, Eloy Tizón o Espido Freire son algunos de los profesores

PAULA VIEJO - PÚBLICO - MADRID - 08/01/2008 08:57

Público escribe acerca de Hotel Kafka

Davide Longo es el último de los autores italianos llegados a las librerías españolas con su novela El comedor de piedras (Lengua de Trapo). Se trata de un profundo e irónico vistazo a aquellos personajes problemáticos que tratan de mantenerse fuera de los límites que la sociedad les impone. La novela, traducida a un buen número de idiomas, le ha dado una creciente popularidad a su autor, quien, además de ser joven (1971) y estar considerado como uno de los narradores italianos contemporáneos más importantes, tiene otra peculiaridad. Es un escritor “generoso” que ha decidido desvelar algunos trucos de su oficio.


Lo hace en la popular Escuela Holden de Turín, en Italia. La “Scuola” (que debe su nombre a Salinger) fue fundada por Alessandro Baricco (Seda) y la popularidad de éste hizo que pronto, aspirantes a escritor de diversos países, buscaran un hueco entre sus plazas.


Es difícil saber si Longo o Baricco tienen la varita mágica para transformar en escritor a sus alumnos. Pero, frente a la polémica de si el escritor nace o se hace, lo cierto es que un taller como este es, como mínimo, una ocasión excepcional para que uno tenga a sus autores de cabecera como maestros. Y parece una fórmula habitual el que sean escritores quienes impartan estos talleres.


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Así ocurre también en España, donde son bastantes (y de peso) los escritores que muestran sus recursos. En los más veteranos, el taller de Escritura Creativa de la escritora argentina Clara Obligado (Las otras vidas) y en los Talleres Fuentetaja de Madrid, lo llevan haciendo desde hace años. Éste cuenta en su nómina de escritores-profesores con nombres como Espido Freire (Soria Moria), Ángel Zapata (La vida ausente) o Cristina Cerrada (Calor de Hogar, s.a.). En Fuentetaja opinan que “un taller literario ofrece la posibilidad de contar con lectores críticos”, y qué mejores lectores, puede pensar el alumno, que aquellos a los que él mismo lee.


En Hotel Kafka, una de las escuelas de escritores más recientes, cuenta para sus cursos con editores, creativos publicitarios e incluso el asesoramiento de un forense para sus cursos de policíaco. Pero, desde luego, muchos de sus alumnos se habrán visto atraídos por la nómina, en constante crecimiento, de profesores como Eloy Tizón (Parpadeos), Rafael Reig (Manual de literatura para caníbales), Juan Madrid (Pájaro en mano) o Elvira Lindo (Una palabra tuya).

Estos y otros desfilan por las aulas de este particular hotel que ha creado incluso un máster de escritura. Los detractores de los talleres, y aquellos que opinan que a escribir no se puede enseñar, van a encontrarse con titulados desde ahora.


“Nadie se hace escritor en un taller”, dice Ronaldo Menéndez (Las bestias), profesor de novela en Hotel Kafka, “un taller sirve para otras cosas: sirve para aprender a leer de cierta manera, para ahorra tiempo, estimular a la gente”. Y, claro, para conocer a esos autores fetiche, cuyas futuras enseñanzas ya están recogidas en las obras que el alumno pudo disfrutar

Publicado originalmente en: http://www.publico.es/034693/recetas/magicas/escritores/anonimos

26 enero 2008

Más de 1.000 libros "liberados" en 14 ciudades españolas

Hotel Kafka estableció desde su fundación un punto de bookcrossing en su interior, que ya fue reseñado en su día por el diario El País. Hoy se ha realizado una convocatoria especial en toda España en el marco de la promoción de una conocida editorial.

26/01/2008 Terra Actualidad / EFE

Ilusionados en unos casos, escépticos en otros y sorprendidos, siempre, se mostraban hoy los ciudadanos que paseaban por la plaza de Oriente de Madrid y veían repartidos por estatuas, setos y bancos decenas de libros de escritores como Jorge Volpi, Mario Mendoza o Juan Bonilla y dudaban si llevárselos o no.

bookcrossing

Esa escena se ha repetido esta mañana en lugares céntricos de catorce ciudades españolas, en los que la editorial Seix Barral y esos lectores empedernidos que integran el movimiento de intercambio de libros 'Bookcrossing' han liberado unos mil ejemplares de autores galardonados en diferentes ediciones con el premio Biblioteca Breve.

La iniciativa tendrá lugar también hoy en la capital mexicana y, en los próximos días, en las ciudades argentinas de Buenos Aires, Rosario y Córdoba.

Este premio, que a lo largo de su historia han merecido escritores tan prestigiosos como Vargas Llosa, Caballero Bonald, Cabrera Infante, Carlos Fuentes o Juan Marsé, cumple en 2008 cincuenta años, y nada mejor para celebrarlo que distribuir gratuitamente libros de autores galardonados.

Así lo han hecho esta mañana representantes españoles de 'Bookcrossing', ese club de libros que no conoce límites geográficos y que quiere convertir el mundo en una biblioteca global. En el mundo son más de 600.000 los que practican el intercambio de libros, y en España superan los 32.000.

Barcelona, con casi 6.000 miembros, y Madrid, con 5.300, son las ciudades donde esta iniciativa tiene más seguidores.

Cualquier sitio era bueno para dejar, como quien no quiere la cosa, un ejemplar de 'En busca de Klingsor', de Jorge Volpi; de 'Satanás', de Mario Mendoza, o de 'El séptimo velo' de Juan Manuel de Prada: una ventana, el banco de un parque, jardineras, las estatuas de una plaza, el hueco que hay entre dos piedras de una catedral o el puesto de un mercado.

Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Valladolid, Bilbao, Ávila, Zaragoza, Santander, A Coruña y Girona son algunas de las ciudades españolas donde numerosas personas se han llevado libros, aunque, en algunos casos, como pudo comprobar Efe, no se atrevían a cogerlos por si acaso alguien les llamaba la atención.

10 enero 2008

El cortometraje 'Foxy Lady', del cántabro Álvaro Oliva, adquirido por el canal internacional Fox

El canal de televisión 'Fox Internacional Channels' ha adquirido el cortometraje 'Foxy Lady' del cántabro Álvaro Oliva para su emisión en España, Andorra y Portugal. En paralelo, hoy viernes, la sala Miriñaque proyectará 'Foxy Lady', a las 21,30 horas, dentro de los encuentros en Corto, con entrada libre.



El último trabajo del director cántabro Álvaro Oliva se codeará así con las mejores series del momento en la parrilla de Fox Internacional Channels España tras concretarse la adquisición de los derechos de emisión por parte del canal que emite series de referencia en la televisión internacional 'Perdidos', 'House', 'Los Simpsons', 'Padre de familia', 'Dexter' y 'Anatomía de Grey', entre otras.

España, Andorra, Portugal y los territorios africanos de habla portuguesa podrán disfrutar de este cortometraje protagonizado por el nominado al Oscar Nacho Vigalondo y Ana Asensio.

Oliva, diplomado en Dirección Cinematográfica por el Centro de Estudios Cinematográficos de Cataluña, ya obtuvo con 'Foxy Lady' el premio a mejor cortometraje realizado en video en la III Muestra nacional 'Murcia Joven', en la Filmoteca Francisco Rabal, el pasado mes de octubre.

'Foxy Lady' ha sido seleccionado en otros trece festivales, algunos muy importantes, como el 33º Festival Internacional de cortometrajes de Badalona, el 19º Festival de Cine de Girona o el 16º Festival de Madrid.

Actualmente compite en el III Certamen de Cortometrajes 'Ciudad de Santander y Universidad de Cantabria', que se falla también hoy.

'Foxy Lady' cuenta las vivencias de Martín Ágreda, un escritor de fama, de mala fama que es entrevistado por una atractiva periodista. Basado en un relato de Eduardo Vilas (Director de Hotel Kafka y profesor del master en escritura creativa), el guión está escrito por Sergio Barrejón y el propio Oliva, y cuenta con el apoyo de LYCOS, el Excelentísimo Ayuntamiento de Santander, la Dirección General de Juventud, Peugeot Auresa y Elmulticine.com.

Fuente: El diario montañés: http://www.eldiariomontanes.es/20071214/cultura/cine/cortometraje-foxy-lady-cantabro-20071214.html

 

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